ahora hay veredas que se niegan…

ahora hay veredas que se niegan y desvían;
árboles que se contraen, ensimismados;
pájaros que detienen el vuelo
y continúan caminando.

un terrón de azúcar suspendido en el aire nos mira,
nada en la noche parece importarle.

conmigo: una cafetera que altera el sabor de cualquier grano;
almohadas que lamentan el armisticio, pero callan;
un reloj que da la hora con días de retraso,
quizá semanas.

llevo escrito en el brazo aquello de la luna mojada,
parte de un cuento que me conté mientras soñaba.